en sus cuellos enredaban los brazos
como ramos de rosas
la gente corría a los refugios
él decía que su esposa tenía cabellos
en los que uno podía esconderse
cubiertos con una sola manta
musitaban impúdicas palabras
la letanía de los amantes
Si la cosa se ponía fea
saltaban en los ojos del otro
y los cerraban con fuerza
con tanta fuerza que no sintieron el fuego
que alcanzaba sus pestañas
hasta el final fueron audaces
hasta el final fueron fieles
hasta el final fueron parecidos
como dos gotas
detenidas al borde de la cara

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Informe desde la ciudad sitiada
Zbigniew Herbert (Leópolis (Ucrania), 29 de octubre de 1924 - Varsovia (Polonia), 8 de julio de 1998)Ediciones Hiperión, 1993
La poesía de Herbert es la de un hombre fiel a los grandes valores de nuestra civilización: la belleza, el arte, la cultura, la solidaridad, la justicia, que conoce y describe bien su indefensión ante la brutalidad y la impunidad con la que frecuentemente son violados. Su única defensa ante la ignorancia, la barbarie o la guerra es la inteligencia, y su más sutil expresión: la ironía.
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