tantas cosas parecen querer extraviarse
que perderlas no acarrea ningún desastre.
Pierde algo todos los días. Acepta la confusión
de llaves perdidas y de un rato malgastado.
El arte de perder no es difícil de aprender.
Practica entonces perdiendo más y más rápido;
lugares, nombres, y adondequiera que tenías pensado
viajar. Nada de eso acarreará un desastre.
Perdí el reloj de mi madre. ¡Y mira cómo la última
o la penúltima de mis tres casas del alma se han esfumado.
El arte de perder no es difícil de aprender.
Perdí dos encantadoras ciudades. Y aun más vastos,
un continente, dos ríos, varios dominios.
Los echo de menos, pero no fue ningún desastre.
Aun al perderte (la voz burlona y ese gesto
que adoro) no debí mentir. Es evidente
que el arte de perder no es muy difícil de aprender
aunque pueda parecerse (¡Escríbelo!) a un desastre.

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Antología poética
Elizabeth Bishop ((Worcester, Massachusetts, 8 de febrero de 1911 - Boston, 6 de octubre de 1979)
Mestral
Libros, 1988
Poesía como si el agua hablase, como si el aire pensase… Estas pobres comparaciones no son sino maneras de aludir a la perfección. No la perfección del triángulo, la esfera o la pirámide: la perfección irregular, la perfección imperfecta de la planta y del insecto. Poemas perfectos como un gato o una rosa, no como un teorema.
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