domingo, 20 de octubre de 2019

Arruga (Tahar ben Jelloun)

Lo que importa es la verdad.
Ahora que soy vieja dispongo de toda la serenidad para vivir. Voy a hablar, a descargar las palabras y el tiempo. Me siento algo pesada. No son los años los que más me pesa, sino todo lo que no ha sido dicho, todo lo que he callado y disimulado. No sabía que una memoria henchida de silencios y de miradas interrumpidas pudiera llegar a ser un saco de arena que dificulta el avance.
Me ha costado tiempo llegar hasta vosotros. ¡Amigos del Bien! La plaza sigue siendo redonda. Como la locura. Nada ha cambiado. Ni el cielo ni los hombres.
Me siento feliz de hallarme por fin aquí. Vosotros sois mi redención, la luz de mis ojos. Mis arrugas son hermosas y abundantes. Las de la frente son las huellas y las pruebas de la verdad. Son la armonía del tiempo. Las del revés de las manos son las líneas del destino. Mirad cómo se cruzan, cómo siguen los caminos de la fortuna dibujando una estrella tras su caída en las aguas de un lago.
Ahí está escrita la historia de mi vida: cada arruga es un siglo, un camino en una noche de invierno, una fuente de agua clara en una mañana brumosa, un encuentro en un bosque, una ruptura, un cementerio, un sol incendiario... Ahí, en el revés de mi mano izquierda, esa arruga es una cicatriz; un día la muerte se detuvo y me ofreció una especie de pértiga. Quizá para salvarme. Yo la rechacé volviéndole la espalda. Todo es sencillo a condición de no ponerse a desviar el curso del río. No hay en mi historia grandeza ni tragedia. Es, sencillamente, extraña. He vencido todas las violencias para merecer la pasión y ser un enigma. Durante largo tiempo he caminado por el desierto; he surcado la noche y he domado el dolor. He conocido "la lúcida fiereza de los mejores tiempos", esos días en que todo parece apacible.

Arruga (Tahar ben Jelloun)


 
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La noche sagrada
Tahar ben Jelloun (Fez, 1 de diciembre de 1944)

Ediciones Península, 1988


Este libro gano el premio Goncourt en 1987 y es complementario al Niño de arena. Narra la historia de aquella niña a la que su padre obligó a ser un niño a partir de la muerte de este, cuando ella decide acabar con aquella farsa y marcharse de allí. Huye de su casa y de su familia y empieza una vida nueva. Su iniciación al amor, con un ciego que la acoge en su casa, es un luminoso descubrimiento del goce, ensombrecido por la inminencia de la tragedia que necesariamente sobrevendrá para que así Ahmed/Zarah pueda liberarse definitivamente de un pasado basado en la mentira. La protagonista, ya anciana, y ahora ella misma ocupa el papel de la contadora de historia en la plaza, rememora aquellos años en que conoció el amor, el dolor, la libertad, la prisión, en que se sintió ya una mujer pero con el peso de su pasado a cuestas como un fardo.
[www.tresculturas.org]

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