Este
caso muestra claramente la diferencia fundamental entre la verdad y los
"hechos". Podemos imaginar al personal del hospital preocupado por sus
cuarenta y cinco kilos, evaluando sus posibles riesgos en términos de
una gráfica que establecía el peso normal para una mujer joven de su
edad. Pero esta atención a la norma habría descuidado lo que significa
el número cuarenta y cinco para ella, un detalle que, como muestra
Volkan, sólo emergió a través del diálogo. Es importante reconocer esto
en una época en que hablar es progresivamente devaluado en favor de una
visión de la vida humana en la cual el destino es reducido a parámetros
de la biología. Y hablar, a diferencia de tomar drogas, requiere de una
escucha -alguien a quien la persona deprimida pueda dirigirse-. Si
comunicar lo imposible es tan central para la experiencia del
melancólico, debe haber alguien para recibir la comunicación, para
ayudarle en su ardua tarea de encontrar un nuevo camino para hablar
acerca de ese hueco.
El
duelo, como hemos visto, también requiere de otras personas, quienes
quizá ayuden a la persona en duelo a simbolizar e incluso acceder a su
propia respuesta a la pérdida. El diálogo de duelos puede significar la
diferencia entre comenzar el proceso de duelo y un estado de inercia en
el cual la vida parece no tener nada que ofrecer y donde nada cambia. En
palabras de Keats, la persona en duelo debe buscar "un compañero en los
misterios de la tristeza". Y aquí es donde las artes se vuelven
esenciales para las sociedades humanas. Las obras de arte, después de
todo, comparten algo muy especial: han sido hechas, y usualmente
creadas, a partir de una experiencia de pérdida o catástrofe. Nuestra
mera exposición ante este proceso puede alentarnos, a su vez, a crear,
desde llevar un diario a escribir ficción o poesía o poner el pincel en
el lienzo. O simplemente a hablar y pensar.
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La moda negra
Duelo, melancolía y depresión
Darian Leader (Alameda County, California -Estados Unidos-, 1965)Sexto Piso Editorial, 2011
Escrito por un psicoanalista, este libro no es apto para los que
detesten el psicoanálisis, que haberlos, haylos. Pero centra su interés
en la meditada, clara y quirúrgica tarea de definir los conceptos de
depresión y (frente a, diferente a) duelo. Y, en el camino, Leader
critica la simplificación generalizada que se ha impuesto en nuestro
mundo occidental, bendecida por una muy rentable e interesada industria
farmacéutica, que sin interés ninguno en matizar las diferencias entre
depresión, melancolía y duelo, favorece el diagnóstico y tratamiento
bajo el único epígrafe de depresión. Al leer el libro, uno desarrolla
esa forma de mirar y escuchar crítica que nos permite descubrir
conversaciones entre niños, adultos y ancianos en las que se ha
conseguido asentar «lo depre», «la depresión», «el deprimido»,
verbalizando equivocadamente lo que en la mayoría de los casos es un
estado melancólico o, en circunstancias, de duelo, que de ninguna manera
debería tratarse como una patología clínica.
Los ejemplos continuos hacen su lectura comprensible para los que
carezcan de interés o conocimientos específicos sobre psicología, pero
el tratamiento es paciente y riguroso.
[labuenavida-cafedellibro.es/]
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