viernes, 22 de agosto de 2014

Callar (Ludwig Wittgenstein)

6.52  Sentimos que aun cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya no queda pregunta alguna; y eso es precisamente la respuesta.
6.521  La solución del problema de la vida no se nota en la desaparición de ese problema. (¿No es está la razón por la que personas que tras largas dudas llegaron a ver claro el sentido de la vida, no pudieron decir, entonces, en qué consistía tal sentido?)
6.522  Lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo místico.
6.53   El método correcto de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada más que lo que puede decir, o sea, proposiciones de la ciencia natural -o sea, algo que nada tiene que ver con la filosofía-, y entonces cuantas veces alguien quisiera decir algo metafísico, probarle que en sus proposiciones no había dado significado a ciertos signos. Este método le resultaría insatisfactorio -no tendría el sentimiento de que le enseñábamos filosofía-, pero sería el único estrictamente correcto.
6.54  Mis proposiciones esclarecen porque quien me entiende las reconoce al final como absurdas, cuando a través de ellas -sobre ellas- ha salido fuera de ellas. (Tiene, por así decirlo, que arrojar la escalera después de haber subido por ella.)
Tiene que superar estas proposiciones; entonces ve correctamente el mundo.
       De lo que no se puede hablar hay que callar.


Callar (Ludwig Wittgenstein)
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Tractatus logico-philosophicus
Ludwig Wittgenstein (Viena (Austria), 26 de abril de 1889 — Cambridge (Reino Unido), 29 de abril de 1951)

Alianza Editorial, 2007


Como señaló Bertrand Russell en el prologo a la traducción inglesa de 1922, reproducido en esta edición, el Tractatus logico-philosophicus merece por su intento, objeto y profundidad, que se le considere un acontecimiento de suma importancia en el mundo filosófico. Esta obra clave de Ludwig Wittgenstein (1889-1951), a la vez clara y difícil, crispada y rigurosa, ofrece en un lenguaje aforístico, digno de la mejor prosa alemana, una filosofía del lenguaje y de la matemática, una reflexión acerca de la naturaleza y de la actividad filosófica, y una concepción del mundo.

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