Yo sé que mi destino está ya escrito
allá, entre las nubes, en lo alto;
a quienes yo protejo en nada estimo,
odio no guardo a quienes combato.
Mi país es el Cruce de Kiltartan,
Y en Kiltartan son pobres mis paisanos,
Ningún cambio podrá arrancarles nada,
o los hará más felices que antaño.
Ni la ley ni el deber me hizo luchar,
ni hombres públicos ni multitudes,
un solitario y placentero afán
me empujó a este tumulto entre las nubes.
En el recuerdo todo, equilibrado,
con el futuro no gasto saliva,
bastante gasté ya con el pasado:
esta vida, esta muerte equilibra.
a quienes yo protejo en nada estimo,
odio no guardo a quienes combato.
Mi país es el Cruce de Kiltartan,
Y en Kiltartan son pobres mis paisanos,
Ningún cambio podrá arrancarles nada,
o los hará más felices que antaño.
Ni la ley ni el deber me hizo luchar,
ni hombres públicos ni multitudes,
un solitario y placentero afán
me empujó a este tumulto entre las nubes.
En el recuerdo todo, equilibrado,
con el futuro no gasto saliva,
bastante gasté ya con el pasado:
esta vida, esta muerte equilibra.
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Un aviador irlandés prevé su muerte
William Butler Yeats (Dublín, 13 de junio de 1865 - Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 28 de enero de 1939)
Ediciones Orbis, 1983
William Butler Yeats (Dublín, 13 de junio de 1865 - Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 28 de enero de 1939)
Ediciones Orbis, 1983
Bardo
es un arcaísmo en el vocabulario poético contemporáneo. Pero no en
Yeats. Su lenguaje, decía él mismo, es “el del habla normal y
apasionada”. Sus versos están trufados de arquetipos (pastores, sabios,
animales). “Háblame de originalidad”, sentenciaba, “y furioso me volveré
contra ti”. En su “fascinación por lo difícil” y por la hondura
coqueteó —sin abandonarse a la credulidad, eso sí— con lo místico y lo
mágico, y se vio envuelto irremediablemente por la melancolía.
En Un aviador irlandés prevé su muerte, Yeats antepone la voluntad individual, libremente elegida aunque oscura, al estéril deber patriótico y al inútil sometimiento a las leyes de la necesidad que no logran alterar el destino fijado. El poema fue escrito en 1919, aún con la resaca reciente de la Gran Guerra. En él, el piloto es un soldado anónimo, pero al parecer Yeats lo compuso pensando en su amigo, el Mayor Robert Gregory, fallecido en combate un año antes.
En Un aviador irlandés prevé su muerte, Yeats antepone la voluntad individual, libremente elegida aunque oscura, al estéril deber patriótico y al inútil sometimiento a las leyes de la necesidad que no logran alterar el destino fijado. El poema fue escrito en 1919, aún con la resaca reciente de la Gran Guerra. En él, el piloto es un soldado anónimo, pero al parecer Yeats lo compuso pensando en su amigo, el Mayor Robert Gregory, fallecido en combate un año antes.
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