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domingo, 5 de marzo de 2023

Diversidad (Wassyla Tamzali)

Todos los días, el sueño universalista se estrella contra las imágenes de la diversidad y esta diversidad que era una esperanza, se ha convertido en una pesadilla. He pasado mucho tiempo en Francia, en Italia, en España, tratando de convencer, en los debates con algunas feministas de estos países (no todas, insisto), de la necesidad urgente de oponerse al discurso religioso y culturalista que justifica la dominación de las mujeres llamadas musulmanas, y ello no sólo como posición personal, cosa que me reconocen sin problema --para ellas soy una tránsfuga del mundo occidental--, sino como principio de acción que fundamenta mi papel y mi lugar en la sociedad. Ha sido en vano. Algunos derechos que ellas habían declarado inalienables, como el derecho a la libertad y el derecho a la igualdad, de repente han pasado a ser coyunturales. Lo que es bueno para ellas al parecer no lo es para nosotras. A mis preguntas, raras veces he recibido respuestas, y en vano he tratado de llevarlas al terreno del debate feminista. ¿Acaso el derecho a pensar es también un privilegio de Occidente? Estas feministas no esperan una respuesta por mi parte a sus interrogaciones, a sus dudas; las buscan en otra parte, van a preguntar a las mujeres que llevan velo, a las jóvenes encolerizadas, a las Feministas indígenas, a las Feministas islámicas. Con respecto a mí ya tienen una opinión formada, no digo nada que no sepan ya, y no es de sorprender: hemos aprendido a leer en los mismos libros. Mi palabra tiene escasa incidencia en su pensamiento. No sólo hago gala de unos hábitos similares a los suyos o, al menos, sin características destacables, sino que además reclamo que conciban la condición de las mujeres de mi país del mismo modo en que conciben la suya.
¿Habrá que decir, agotados los argumentos: "No se nace musulmana, se llega a hacerlo", para que me vean, a mí y a todas las demás mujeres musulmanas, en la desnudez de nuestro ser? ¿Lo oyen, las hijas de Beauvoir? Se diría que padecen amnesia, pues no reconocen en las nuestras las luchas que protagonizaron en su época. Además, ¿es amnesia o etnicismo? Lo mismo da: el hecho es que, al adoptar esta postura, esas y esos intelectuales, de izquierdas en su mayoría, nuestros amigos de ayer, se reservan el privilegio de la Historia  y nos condenan a volver a mamar muestra cultura. Bajo su mirada, no podemos sino perpetuarnos en nuestra esencia inmutable.

Diversidad (Wassyla Tamzali)


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Cartas de una mujer indignada
Desde el Magreb a Europa
Wassyla Tamzali (
Béjaïa, Argelia, 10 de julio de 1941)

Ediciones Cátedra, 2011

Wassyla Tamzali, feminista argelina, interpela a los intelectuales occidentales que han luchado por la universalidad de los derechos de la persona y que hoy se muestran incapaces de concebir esta universalidad más allá de Europa. Ellos, que defendieron los principios de­mocrá­ticos fundamentales en sus países, que militaron a favor de la descolonización, ¿acaso han olvidado sus luchas?
Este libro pone de manifiesto la re­nun­cia del pensamiento europeo ante el auge de los grupos comunitarios. To­man­do como referencias la condición de las mu­jeres, la libertad de conciencia o la diversidad cultural, la autora pasa por el ta­miz las ideas de tolerancia, "laicidad abierta", "islam moderado" y "derecho a la cultura", así como sus consecuencias políticas en los países árabes y musulmanes.
Wassyla Tamzali ha ejercido como abogada en Argel y posteriormente como di­rectora de Derechos Humanos de la Unes­co en París. En la actualidad reparte su tiempo entre la escritura y la militancia en el seno del movimiento feminista ma­grebí y a favor de un diálogo entre los pueblos del Mediterráneo.

lunes, 29 de noviembre de 2021

Feminidad (Mercedes Gómez Blesa)

Esa nueva España de la Segunda República es también nueva gracias al modelo inédito de feminidad que comienzan a desempeñar y reivindicar las modernas y vanguardistas. Desde aspectos tan aparentemente insignificantes como la moda, en donde las modernas acortan sus faldas y se atreven a enseñar las piernas, retando el recato preconizado por la moral cristiana, o a ocultar sus curvas con unos vestidos que tienden a una indeferenciación de géneros que ocultan sus dotes maternales, o a salir a la calle solas, sin carabina y sin sombrero, como una protesta contra la distinción burguesa de clase, pasando por aspectos sociales tan importantes como la incorporación de la mujer a la vida universitaria o al desempeño de trabajos liberales a través de los cuales no solo busca la independencia económica, sino la formación de su propia identidad, o el ejercicio, por primera vez, de puestos de responsabilidad política, vemos que se desencadena todo un proceso de transformación social y cultural que debe ser analizado y estudiado cuando se hace balance de este período histórico. Hay, por tanto, que reivindicar una reinterpretación y relectura del modernismo y la vanguardia no solo desde un aspecto literario o artístico, sino también histórico y filosófico, pues el nuevo modelo de feminidad se va fraguando a través de la escritura y del cultivo por parte de las mujeres del género ensayístico que les permite reflexionar sobre su condición femenina y también, e indirectamente, sobre la sociedad en la que se desarrolla su proyecto vital. Las intelectuales republicanas viven ese momento de un modo mucho más trascendente que su compañeros varones de generación, pues protagonizan un doble despertar: por un lado, un despertar a una nueva España, a un nuevo marco político, al que sienten haber contribuido muy activamente en su creación y que permite el estreno de nuevas libertades; y, por otro, el despertar de una nueva identidad femenina que lleva a su máxima radicalidad el compromiso de la inteligencia con la sociedad, pues ellas no solo reivindican un cambio social más profundo, asociado a una modificación de la mentalidad de un pueblo que no quiere reconocer a la mujer como un ser moralmente autónomo.
 
Feminidad (Mercedes Gómez Blesa)


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Las intelectuales republicanas
Mercedes Gómez Blesa (Casas-Ibáñez, Albacete, 21 de septiembre de 1964)
 
De hecho, la imagen de la mujer aparece siempre asociada a la iconografía de la República. En la mayoría de los carteles propagandísticos del nuevo gobierno, la República está casi siempre simbolizada por una mujer joven, decidida, firme, con un gesto resolutivo que contempla esperanzada el horizonte, enarbolando la bandera tricolor, como ocurre en las pinturas de Pradillo. El nuevo régimen, por tanto, apostaba por esta nueva imagen de mujer, por esta garçonne, que abandona el recinto del hogar para ocupar un puesto al lado del hombre en la transformación y regeneración social. La representación femenina republicana apunta, pues, hacia este nuevo icono de una mujer dinámica, independiente, que se sitúa, portando la bandera, a la vanguardia, a la cabeza de una sociedad que apuesta por el cambio. Es ella, la mujer-república, la posibilitadora de un futuro, porque con su esfuerzo va a contribuir, de una manera muy especial, a crear la nueva España que se soñaba y que tenía en sus manos.
Mercedes Gómez Blesa [Revista 7IM]

sábado, 5 de junio de 2021

Beso (Alain Montandon)

Queremos explorar a lo largo de las páginas que siguen a continuación los diversos sentidos, manifestaciones y expresiones que puede tener en la civilización occidental una actividad corporal como ésta, que es, a la vez, arcaica (el acto de llevar algo a la boca) y fuertemente cultural. Porque el gesto mismo de besar, en sus dimensiones tanto sociales como eróticas, es objeto, en la literatura y en las artes, de numerosas referencias en los textos y de puestas en escena pictóricas y esculturales que formulan, todas ellas, diferentes significados y enseñanzas.
Y nos ha parecido muy interesante hacer una síntesis de todas esas dimensiones proteiformes que adoptan los besos en las relaciones sociales e individuales, además de interesarnos por sus diversas formas de expresión. Y, también, responder a esa pregunta tanta veces formulada: "Por qué el hecho de frotar simétricamente unos orificios privados de todo misterio y cuya función declarada es alimentaria y oral, siempre que no estén estropeados por la dentadura o la higiene, es susceptible de provocar el éxtasis de los amantes?"
El beso es un intercambio de saliva, sin duda, pero también de respiraciones y, más en particular, del aliento de la pareja ("Abrázame, bésame, estréchame / aliento contra aliento, dale calor a mi vida", escribia Pierre de Ronsard). Pero, además de que como aliento también sea un símbolo de la vida misma, el beso es el lugar de encuentro entre Eros y Psique, entre el cuerpo y el alma. Edgar Morin, de quien es sabido que era un hombre muy interesado en el cine y sus estrellas, solía mencionar que "el beso en la boca no es solamente el sustituto cinematográfico de la unión entre dos cuerpos, prohibida por los censores; es, también, el encuentro entre Eros y Psique: en las mitologías antiguas, era en el aliento donde se encontraba la sede del alma; por otra parte, es precisamente en la boca donde se sitúa la primera sexualidad, ligada a la absorción y a la asimilación; el beso en la boca es un acto de doble consunción antropofágica, de absorción de la sustancia carnal y de intercambio de almas; es la comunión y comunicación entre la psique y el eros". Pero, además, la dimensión espiritual (que con tanto talento se canta en la poesía petrarquista) y la dimensión material del beso (Cary Grant, el célebre actor de cine, que pasaba por ser un experto en esta práctica, no veía en un beso nada que fuera diferente a la "yuxtaposición anatómica de dos músculos orbiculares en estado de contracción") atraen sobremanera nuestra atención.

Beso (Alain Montandon)


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El beso
Alain Montandon (Lyon, Francia, 28 de junio de 1945)
 

Un beso mueve 17 músculos de la lengua. Pero también mueve 9 miligramos de agua; 0,18 de sustancias orgánicas; 0,7 de materias grasas; 0,45 de sal; centenares de bacterias y millones de gérmenes. ¿Qué es lo que se esconde tras este gesto tan cotidiano pero tan intenso?
Alain Montadon nos invita a descubrir formas, curiosidades y significados del beso, que van de la literatura a la antropología, de la psicología a la filosofía, e incluso a la religión y a la historia del arte. Por ejemplo: se besa lo sacro -una estatua, una tumba, un santo-, se besa para saludar, para traicionar, para perdonar y, naturalmente, por amor. También existe una cronología de los besos: el primero, que no se olvida nunca, y el último, que en realidad es mejor no recordar... Hay besos nunca recibidos, los soñados y los enviados (por postal, por e-mail, o soplándolos en la mano), de los que nunca tenemos la seguridad de que hayan llegado a su destino porque, como decía Kafka, «los fantasmas se los beben por el camino». Un libro curioso, erudito y culto a la vez que ameno sobre un gesto cuya historia, en el fondo, poco conocemos.

miércoles, 24 de julio de 2019

Jardín (Ismael Grasa)

A propósito de los poetas, hay que decir que uno de los asuntos de los que tratan es su jardín. Ese jardín no suele ser un lugar concreto, sino que se trata de un símbolo. Ese jardín contiene una rosa que a la vez contiene la belleza del mundo, y la tierra del jardín es la tierra en la que seremos enterrados, y es el jardín el universo entero, cercado por su tapia. Nuestra idea de un poeta es la de alguien que vive de un modo itinerante, a la vez que nunca abandona su jardín, por más que coja maletas y siga rutas de migraciones, congresos y exilios. Es alguien que se mueve y es alguien que no se mueve. Y es esta contradicción la propia de todo hombre, que deja de ser hombre si se detiene, a la vez que tampoco lo es si no lleva consigo algún tipo de quietud. Por más que una persona siga una vida sedentaria y común a los ojos de los demás, nunca se puede decir que no esté llevando a cabo alguna clase de viaje.
Que el hombre tenga necesidades no significa que se agote en esas necesidades. De eso tratan también los poetas, salvo cuando se ponen al servicio de un tirano. El hombre es un animal que necesita un jardín. También un pan, pero no sirve como definición suya decir que es un ser que necesita un pan. A lo que me refiero es que el deseo de justicia del verdadero poeta no pierde de vista ese jardín -ese deseo de contemplar el mundo, de buscar la verdad por la verdad-. Esforzarse por la justicia es necesario, pero a sabiendas de que es un impulso dirigido, en última instancia, a que a nadie le falte lo innecesario.

Jardín (Ismael Grasa)

 
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La hazaña secreta
Ismael Grasa (Huesca, 1968)

En un mundo ideal no haría falta un libro como éste, se daría por consabido todo (o casi todo…) lo que se lee en él. Y es que Ismael Grasa, en efecto, ha escrito un pequeño tratado para hacer su aportación a otra sociedad posible y mejor en la que todo (o casi todo…) lo que aquí leemos sean obviedades (los ciclistas no han de invadir la zona de los peatones, no debemos producir un ruido que moleste a los demás, hay que asearse…). Ojalá este libro fuese innecesario, queremos decir, aunque, por otra parte, que no lo sea tiene la ventaja de que hemos podido leerlo, y esa lectura ha sido una verdadera delicia, y es en sí uno de esos actos cívicos y virtuosos y edificantes que en sus páginas se defienden de un modo tan firme y siempre (o casi siempre…) convincente.
El tema del libro es la ejemplaridad (concepto que años atrás puso de moda Javier Gomá, otro buen moralista), que Grasa denomina, con esa sencillez amable de la que hablábamos, “la vida nueva”. Se habla en el libro de “gimnasia moral” y, en un hallazgo especialmente feliz, de la necesidad de “aprobar el presente” (en el sentido de superarlo, y si es mejor con buena nota), pero todo está trufado de aforismos emboscados, de máximas agazapadas, de proverbios estupendos (“quizá la mejor campaña por la lectura sea un hombre que lee a solas y guarda luego su libro”; "no hay verdadero heroísmo, ni virtud, donde falta el aprecio por la vida”; “Lo que quizá haga valiosa nuestra esperanza es que no tenemos ninguna razón para tenerla”…)
[Los libreros recomiendan. com]

lunes, 24 de junio de 2019

Lontananza (Siri Hustvedt)

En cierta ocasión, mi padre me preguntó si sabía dónde estaba en lontananza. Yo le dije que creía que en lontananza era otra forma de decir allá. Él sonrió y dijo: "No, en lontananza se encuentra entre aquí y allá". Esta pequeña anécdota me ha acompañado durante años como ejemplo de magia lingüística: se me identificaba un nuevo espacio -una zona media que no estaba ni aquí ni allá-; un lugar que, sencillamente, no había existido para mí hasta que alguien le dio nombre. Durante la breve explicación que mi padre elaboró del significado de en lontananza, y que siempre he pensado en ello desde entonces, en mi mente aparece un paisaje: me encuentro en la cresta de una pequeña colina, contemplando un valle desierto en el que se alza un árbol solitario, y más allá se extiende el horizonte, definido por una serie de lomas o altozanos. Esta imagen, tosca pero práctica, regresa a mí cada vez que pienso en lontananza, una de esas palabras magníficas que, como luego descubrí, los lingüistas denominan "variables": palabras que se diferencian de las demás porque obtienen su animación de quien las pronuncia y así se comportan. En términos lingüísticos, esto significa que nunca puedes encontrarte en lontananza. Tan pronto como llegas al árbol que está en lontananza, el lugar se convierte en aquí y se retrae para siempre hacia ese horizonte imaginario. El hecho de que aquí y allá se deslicen y resbalen dependiendo del lugar que ocupo me resulta emocionante, pues revela tanto la tenue relación que existe entre las palabras y las cosas como la milagrosa flexibilidad del lenguaje.
Lo cierto es que lo que me fascina no es tanto el hecho de estar en un lugar como el hecho de no estar en él: el modo en que los sitios perviven en tu mente cuando los has abandonado, la manera en que son imaginados antes de tu llegada, y su aparente capacidad de surgir de la nada para ilustrar un pensamiento o una historia como la de mi árbol en lontananza. Esos espacios mentales cartografían nuestra vida interior con más precisión que cualquier mapa "real", delimitando esas fronteras de aquí y allá que también conforman lo que vemos en el presente.

Lontananza (Siri Hustvedt)


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En lontananza
Siri Hustvedt (Northfield, Minnesota, Estados Unidos, 19 de febrero de 1955)

En lontananza, una colección de ensayos “deslumbrantes”, en palabras de Robert Saladrigas. 
Sucede a menudo que en las parejas de escritores, artistas, filósofos, etc. uno de los componentes queda ensombrecido por el otro, generalmente son las otras quienes quedan reducidas al papel de seguidoras, secretarias, segundonas . La escritora de la que se ocupa este comentario podría ser tomada como ejemplo de ello: Siri Hustvedt es la madre de la cantante y actriz Sophie Auster, el padre de ésta es Paul Auster. Pues bien, si el autor de « Trilogía de Nueva York » suena a cualquier aficionado a la literatura , el nombre de Siri Hustvedt pasa como más inadvertido, a pesar de que méritos no le faltan para ser alzada al conjunto de las grandes escritoras, críticas de arte y literatura y ensayistas, pues a todo ello se dedica la señora y con indudable brillo y sagacidad.
Varias son las constantes en las obras de Siri Hustvedt: por una parte, su amor al arte, acercándose a tal con una hipersensibilidad en el que hace jugar un papel clave a la subjetividad cambiante que provoca que los cuadros o las lecturas sean vistos, leídos, o vueltos a ver o leer, con otra óptica más cargada de experiencias, sentimientos y conocimientos; esta sensibilidad singular se deja ver en sus análisis críticos al igual que en los personajes de sus obras narrativas, sin olvidar en su auto-análisis que nos entregó sobre ciertas dolencias que padeció y que valió los elogios de neuro-científicos tan sonados como Oliver Sack. No sería completa la lista de constantes del quehacer de la autora si no señalásemos la importancia que otorga a su condición de mujer.
Iñaki Urdanibia [kaosenlared.net]

viernes, 13 de abril de 2018

Aburrimiento (Byung-Chul Han)

No solamente el multitasking, sino también actividades como los juegos de ordenador suscitan una amplia pero superficial atención, parecida al estado de vigilancia de un animal salvaje. Los recientes desarrollos sociales y el cambio de estructura de la atención provocan que la sociedad humana se acerque cada vez más al salvajismo. Mientras tanto, el acoso laboral, por ejemplo, alcanza dimensiones pandémicas. La preocupación por la buena vida, que implica también una convivencia exitosa, cede progresivamente a una preocupación por la supervivencia.
Los logros culturales de la humanidad, a los que pertenece la filosofía, se deben a una atención profunda y contemplativa. La cultura requiere un entorno en el que sea posible una atención profunda. Esta es reemplazada progresivamente por una forma de atención por completo distinta, la hiperatención. Esta atención dispersa se caracteriza por un acelerado cambio de foco entre diferentes tareas, fuentes de información y procesos. Dada, además, su escasa tolerancia al hastío, tampoco admite aquel aburrimiento profundo que sería de cierta importancia para una proceso creativo. Walter Benjamin llama al aburrimiento profundo "el pájaro de sueño que incuba el huevo de la experiencia". Según él, si el sueño constituye el punto máximo de la relajación corporal, el aburrimiento profundo corresponde al punto álgido de la relajación espiritual. La pura agitación no genera nada nuevo. Reproduce y acelera lo ya existente. Benjamin lamenta que estos nidos de tiempo y el sosiego del pájaro de sueño desaparezcan progresivamente. Ya no se "teje ni se hila". Expone que el aburrimiento es "un paño cálido y gris formado por dentro con la seda más ardiente y coloreada", en el que "nos envolvemos al soñar". En "los arabescos de su forro nos encontramos entonces en casa". A su parecer, sin relajación se pierde "el don de la escucha" y "la comunidad que escucha" desaparece. A esta se le opone diametralmente nuestra comunidad activa. "El don de la escucha" se basa justo en la capacidad de una profunda y contemplativa atención, a la cual el ego hiperactivo ya no tiene acceso.

Aburrimiento (Byung-Chul Han)
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La sociedad del cansancio
Byung-Chul Han (Seúl (Corea del Sur), 1959​​)

Herder Editorial, 2012

Byung-Chul Han crítica las metáforas inmunológicas de Baudrillard al hablar de la sobreabundancia de cosas idénticas en la sociedad global. También considera rebasada la visión de Foucault de una sociedad disciplinaria, marcada por mecanismos de control como las cárceles, cuarteles y fábricas.
La noción de cansancio está vinculada con la saturación que provoca la hiperactividad (el culto al multitasking). En esta línea discrepa de las alabanzas a la vida activa (animal laborans) que encontramos en Hannah Arendt y reclama un retorno a la vida contemplativa, que sitúa sobre todo en la mirada. La clave, según el autor, es no responder inmediatamente a los estímulos o impulsos, sino trabajar una mirada soberana, que se empeñe en no ser dirigida y llevada por los vientos que soplan en cada momento y por las cosas llamativas que reclaman atención. Es patente que dicho pensamiento choca frontalmente con la dinámica de las redes sociales y su tentación de opinar constantemente sobre lo que pasa en cada momento. Una tentación que Nietzsche ya consideraba nociva para la pregnancia que requiere toda obra y pensamiento elaborado.
Xavier Zambrano [factorhuma.org, Libros] 

martes, 13 de febrero de 2018

Opinión (Epicteto)

Opinar
Lo que turba a los hombres no son las cosas, sino las opiniones que de ellas se hacen. Por ejemplo, la muerte no es algo terrible, pues, si lo fuera, a Sócrates le hubiera parecido terrible; por el contrario lo terrible es la opinión de que la muerte sea terrible. Por lo que, cuando estamos contrariados, turbados o tristes, no acusemos a los otros sino a nosotros mismos, es decir, a nuestras opiniones. Acusar a los otros por nuestro fracasos es de ignorantes; no acusar más que a sí mismo es de hombres que comienzan a instruirse; y no acusar ni a sí mismo ni a los otros, es un hombre ya instruido.

Ultrajar
Recuerda que no es ni quien lanza injurias, ni quien golpea, lo ultrajante, sino que la opinión, de injuriosas, que te has hecho de estos (acciones y agentes de la acción), es lo que las hace ver de gentes de quienes has recibido ultrajes. Cuando alguien entonces, te ofenda e irrite, sábelo que no es ese alguien quien te irrita, sino tu opinión. Esfuérzate entonces, ante todo, de no dejarte llevar por tu fantasía; pues, una vez ganes tiempo y alguna dilación, serás más fácilmente amo de ti mismo.

Sin prisa pero sin pausa
Mantente firme en la práctica de todas estas máximas, y síguelas como a ley que no puede violar sin impiedad. Y no prestes atención a lo que de ti se habrá de decir; pues esta, siendo una de las cosas que no están en tu poder, no es cosa tuya.

Opinión (Epicteto)

 
















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Máximas
Epicteto (Hierápolis (Turquía),​ 55 d.C. – Nicópolis (Grecia), 135 d.C.)


Las enseñanzas de Epicteto tenían su base en las obras de los antiguos estoicos; se sabe que se aplicó a las tres ramas de la filosofía en la tradición de la Stoa, lógica, física y ética. Sin embargo, los textos que se conservan tratan casi exclusivamente de la ética. Según ellos, el papel del filósofo y maestro estoico consistiría en vivir y predicar la vida contemplativa, centrada en la noción de eudamonía (felicidad). La eudamonía, según la doctrina estoica, sería un producto de la virtud, definida mediante la vida acorde a la razón. Además del autoconocimiento, la virtud de la razón estoica consiste en la ataraxia (imperturbabilidad), apatía (desapasionamiento) y las eupatías (buenos sentimientos).

sábado, 2 de abril de 2016

Suicidio (Simon Critchley)

Este libro no es una nota de suicidio.
En 2007, Edouard Levé se suicidó en su apartamento diez días después de entregar el manuscrito de Suicidio a su editor. Tenía cuarenta y dos años de edad. Jean Améry ingirió una sobredosis de somníferos dos años después de publicar en 1976 Levantar la mano sobre uno mismo. Discurso sobre la muerte voluntaria. Tenía sesenta y cinco años. En 1960, dieciocho años después de plantear y (eso pensaba) resolver la cuestión del suicidio en El mito de Sísifo, Albert Camus se mató en un accidente de coche. Se le atribuye haber dicho que morir en un accidente de tráfico es la más absurda de las muertes. El hecho de que llevara un billete de tren sin validar en el bolsillo no hace sino agravar la absurdidad de su desaparición. Tenía cuarenta y seis años.
Permítanme que les diga ya de entrada y aún a riesgo de defraudar al lector, que no tengo la intención de quitarme la vida... de momento. Tampoco deseo unirme al coro de aquellos que claman a viva voz contra el suicidio y proclaman que quitarse la vida es un acto irresponsable y egoísta, cuando no ignominioso y cobarde, y que la gente debe conservar la vida cueste lo que cueste. El suicidio, bajo mi punto de vista, no constituye un crimen legal ni moral, y nadie debería considerarlo como tal. Lo que me propongo aquí es sencillamente tratar de comprender el fenómeno, el acto en sí, lo que le antecede y lo que viene a continuación. Me gustaría considerar el suicidio desde el punto de vista de aquellos que han dado el salto, o han estado cerca de hacerlo; incluso podríamos concluir que la capacidad de dar el salto es precisamente lo que nos distingue como seres humanos. Quiero examinar el suicidio de cerca, con detenimiento, tal vez con cierta frialdad, sin precipitarme en juicios ni predicar principios morales como el derecho a la vida o a la muerte. Hemos de examinar el suicidio de frente, minuciosamente, y ver qué facciones, qué perfil, qué rasgos de carácter heredados y qué arrugas emergen en su faz. Tal vez lo que veamos cuando lo observemos de cerca sea nuestro propio reflejo distorsionado devolviéndonos la mirada.
Desde luego y al margen de su respuesta, la pregunta que se plantea Albert Camus en El mito de Sísifo es la correcta. Juzgar si vale la pena vivir o no equivale a responder al principal problema filosófico que existe: ¿debo vivir o morir? ¿debo ser o no ser?

Suicidio (Simon Critchley)
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Apuntes sobre el suicidio
Simon Critchley (
Hertfordshire (Reino Unido) 27 de febrero de 1960)

Ediciones Alpha Decay, 2016


Así arranca Apuntes sobre el suicidio, un ensayo inteligente, provocador y a su vez de una sensibilidad extraordinaria. Simon Critchley repasa en estas reflexiones sobre el suicidio diferentes fuentes —desde el recuento histórico de suicidas célebres al análisis textual de numerosas notas de suicidio— para llegar al fondo del asunto que le interesa: qué significa estar en posesión del regalo de la vida y en qué consiste la maldición de poder elegir libremente entre vivirla o, por el contrario, optar por la muerte.
«Critchley nos recuerda que nuestras respuestas al enigma del suicidio están distorsionadas por la rabia, los prejuicios y la incapacidad de articular razonamientos. Opina que deberíamos dejar de buscar el gran significado de la vida y, en su lugar, atesorar "los pequeños milagros de cada día, como cerillas encendidas en plena oscuridad". Y que deberíamos hablar del suicidio sin vergüenza ni mojigatería. Este libro es una buena manera de empezar.» The Independent

sábado, 28 de noviembre de 2015

Condición (Erich Fromm)

Finalmente, otra condición para aprender cualquier arte es tener una preocupación suprema por el dominio del arte. Si el arte no es algo de suprema importancia, el aprendiz jamás lo dominará. Seguirá siendo, en el mejor de los casos, un buen aficionado, pero nunca un maestro. Esta condición es tan necesaria para el arte de amar como para cualquier otro. Parece, sin embargo, que la proporción de aficionados en el arte de amar es notablemente mayor que en las otras artes.
Un último punto se debe señalar con respecto a las condiciones generales para aprender un arte. No se empieza por aprender el arte directamente, sino en forma indirecta, por así decirlo. Se debe aprender un gran número de otras cosas que suelen no tener aparentemente ninguna relación con él, antes de comenzar con el arte mismo. Un aprendiz de carpintería comienza aprendiendo a cepillar la madera; un aprendiz del arte de tocar el piano comienza por practicar escalas; un aprendiz del arte zen de la ballestería empieza haciendo ejercicios respiratorios. Si se aspira a ser maestro en cualquier arte, toda la vida debe estar dedicada a él o, por lo menos, relacionada con él. La propia persona se convierte en instrumento en la práctica del arte, y se debe mantener en buenas condiciones, según las funciones específicas que deba realizar. En lo que respecta al arte de amar, ello significa que quien aspire a convertirse en un maestro debe comenzar a practicar la disciplina, la concentración y la paciencia a través de todas las fases de su vida.


Condición (Erich Fromm)

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El arte de amar
Erich Fromm (Fráncfort del Meno, Alemania, 23 de marzo de 1900 - Muralto, Suiza, 18 de marzo de 1980)

Ediciones Paidós, 1990


El arte de amar es una obra con la que Erich Fromm ha ayudado a varias generaciones a reflexionar sobre el amor y a responder a algunas preguntas aparentemente sencillas: ¿qué significa amar? ¿Cómo desprendernos de nosotros mismos para experimentar este sentimiento? Fromm nos explica que el amor no es sólo una relación personal, sino un rasgo de madurez que se manifiesta en diversas formas: amor erótico, amor fraternal, amor filial, amor a uno mismo... Nos dice también que el amor no es algo pasajero y mecánico, como a veces nos induce a creer la sociedad de hoy. Muy al contrario, el amor es un arte, el fruto de un aprendizaje. Por ello, si queremos aprender a amar debemos actuar como lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, ya sea la música, la pintura, la carpintería o el arte de la medicina. O, por lo menos, no dedicar nuestra energía a lograr el éxito y el dinero, el prestigio y el poder, sino a cultivar el verdadero arte de amar. El amor intenta entender, convencer, vivificar. Por este motivo, el que ama se transforma constantemente. Capta más, observa más, es más productivo, es más él mismo

jueves, 6 de agosto de 2015

Música (Clara Janés)

La violencia que supone el emitir la palabra poética se debe no sólo a la forma de alcanzarla, ese delirio análogo al que se somete el fiel de Dioniso para que lo habite el dios, sino a que tampoco se le hace del todo comprensible lo que comunica, porque se trata de un secreto. "La poesía es secreto hablado que necesita escribirse para fijarse", dice Zambrano en Por qué se escribe, y más adelante prosigue: "Como quien lanza una bomba, el escritor arroja fuera de sí, de su mundo y, por tanto, de su ambiente controlable, el secreto hallado. No sabe el efecto que va a causar, que se va a seguir de su revelación, ni puede con voluntad dominarlo. Pero eso es un acto de fe".
Ese secreto supone silencio, porque para atraparlo el poeta debe tenderle una red de silencio; por ello se asocia con frecuencia silencio y poesía; por ello la entrega del poeta es total: para recibir, enmudece, se hace transparente, "soporte de lo que no permite ser dicho, de todo lo que se esconde en el silencio; la palabra de la poesía temblará siempre sobre el silencio y sólo la órbita de un ritmo podrá sostenerla, porque es la música la que vence al silencio antes que el logos. Y la palabra más o menos desprendida del silencio estará contenida en una música". De todos modos, cuando la palabra aparece no es explícita: "El secreto se muestra al escritor, pero no se le hace explicable; es decir, no deja de ser secreto para él primero que para nadie".
Así, de modo violento, se emite la palabra, como de modo violento se recibe el mensaje, pues -y sigamos comparando al poeta con el fiel de Dioniso- dice Walter Otto: "De esta hondura vital que la muerte vuelve insondable nace toda embriaguez. De ella surge la música, la dionisíaca. [...] De estos abismos procede también el éxtasis y la mántica", porque "allí donde se encuentran los orígenes del Devenir, está también la profecía".


Música (Clara Janés)
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María Zambrano. Desde la sombra llameante
Clara Janés (Barcelona,
6 de noviembre de 1940)

Ediciones Siruela, 2010


María Zambrano (1904-1991) se plantea desde sus primeros escritos la relación entre filosofía y poesía, consolidando, junto al concepto de «razón vital», de Ortega y Gasset, el de «razón poética». A través de su aproximación a la expresión lírica y la mística, la pensadora hace tomar cuerpo en el texto a las palabras de Wittgenstein: «la filosofía no es una doctrina, sino una actividad». En efecto, su escritura se constituye en un ente vivo y en movimiento. Ese carácter autogenésico se debe a las captaciones de la «razón poética», que abarcan la rebeldía humana, la ebriedad ritual, los vislumbres del misterio y la disposición a transmitir el secreto y, por tanto, la voz y la palabra encarnada, unidas a la música, que, nos dice, es «la que vence al silencio antes que el logos». Cuando Clara Janés conoce a María Zambrano, ha reflexionado mucho sobre estas cuestiones y se siente afianzada e impulsada a profundizar. Resultado de sus conversaciones y lecturas son los textos recogidos en este libro.

viernes, 17 de abril de 2015

Aurora (María Zambrano)

Se olvidará siempre el desgarramiento y el padecer de la Aurora, su parto, si no se tiene en cuenta a la Noche, si únicamente se la ve como el anuncio del día. Si se la ve acabada, si ni tan siquiera se la vuelve a ver en el crepúsculo, y el crepúsculo mismo, como lo más encendido de la Aurora, sería entonces un fenómeno (fainomenon, una aparición) reductible a un concepto, muy apto, eso sí, para dar lugar a una metáfora.
Y es que la Aurora tiene sus noches, las noches de la Aurora, que se han experimentado rara vez y a veces durante algún tiempo con frecuencia. Siendo tan distintas de las otras noches no se les ha identificado como noches de la Aurora, es decir, esas noches en que la serenidad se hace por si misma, en el insomne atormentado, sin poder decir que está dormido, está en un estado que corresponde a algo que no es oscuridad, ni tinieblas, ni luz clara, aunque haya luna. Cuando los luceros y las estrellas no parpadean ni están quietos por ello, cuando el mar se extiende como un velo creando belleza allá donde el mirar se detenga, el velo de la belleza sin desgarramiento, del amor sin disminución de pureza, de pureza encendida. Esas noches en que el amor sin nombre y sin figura envuelve y recrea el universo todo que se aparece en su lejanía, lúcido, mas sin herir con la luz; cuando la luz ha dejado de ser una herida y el amor se revela por si mismo. Y así la felicidad se hace indecible, pues que no obedece a suceso alguno, no tiene causa, brota por si misma. Se diría que la fuente misma de donde nace la Aurora y el cumplimiento de su promesa, la noche de la Aurora fuente que deja siempre en el que la ha gustado una mínima gota de agua luminosa, en algún rincón oscuro de la noche del corazón. Noche y fuente que hace sentir que volverá, mas ya para siempre. Ya dentro del ser, en el mismo ser, y no su fenómeno ni su alteración. El tiempo, ¿habría cedido al fin a ser separación? ¿Se habrá logrado el eterno retorno en su total perfección? Es decir, cuando ya no tenga que volver a nacer, porque haya nacido del todo, y sin saberlo.

Aurora (María Zambrano)

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De la Aurora
María Zambrano (Vélez-Málaga, 22 de abril de 1904 - Madrid, 6 de febrero de 1991)
 
Editorial Tabla Rasa, 2004

Publicado en 1986, De la aurora continúa la metodología discursiva tan afín a Zambrano, de manera que se apunta como una recolección de ensayos que son, de nuevo, la manifestación y la afirmación mística de quien sabe que todo lo que se diga sobre la realidad será insuficiente, por cuanto la verdad se muestra tan sólo mediante «destellos», y únicamente antes o después del lenguaje.
De la aurora retoma para afianzarlos, asuntos esbozados por Zambrano desde sus primeros escritos: el decir del ser mediante la poética de la palabra originaria y el anhelo de un lenguaje poético en los límites del silencio. Pero, el místico, y Zambrano lo es, remite a una experiencia más allá del lenguaje, de ahí que se empeñe en evitar el absolutismo y el dogmatismo en su exposición; ahora bien, la palabra, el decir, en su sentir más originario es la búsqueda implacable de María Zambrano, para quien «la conciencia auroral» significaría la aproximación al origen, la iluminación de una realidad oculta y profunda; en suma, la transmisión estética de la presencia de lo sagrado como experiencia mística por mediación de la aparición de la «aurora» como metáfora de la iluminación, de la esperanza, de la presencia apaciguadora en los seres que la apetecen y desean.

sábado, 28 de marzo de 2015

Humanidad (Emilio Lledó)

Tendríamos que agradecer a todos esos escritores que nos acompañan, en el siempre breve espacio de nuestra vida, el que nos hayan entregado sus palabras que constituyen un humana manifestación de la eternidad. Una eternidad que no promete otra existencia más allá de las fronteras de cada vida y que, en el gozo de leer, en las horas de lectura, nos deja esquivar las paredes del tiempo y acariciar en el silencioso murmullo de las letras, las espaldas de no sé bien qué especie de inacabada amistad.
El lenguaje fue, como es sabido, lo que empezó a distinguir al animal humano de los otros animales próximos a él. Un lenguaje que, además de comunicación y compresión, creó también sensibilidad, emociones, pasiones, desde el complejo entramado de la realidad corporal. Pero las palabras, fuente de abstracción y solidaridad, se fueron ciñendo al territorio de las primeras e inmediatas experiencias, a lo que los ojos veían y las manos tocaban, condicionadas a la dureza del vivir, a la necesidad de vivir: "mañana lloverá", "tengo sed", "la cosecha es buena", "quiero comprar tu escudo".
En un momento, sin embargo, de esa cultura de la realidad, alguien pronunció antes sus oyentes, con el ritmo pausado del hexámetro "Canta, Musa, la cólera de Aquiles", y no existía Musa alguna que cantase, ni siquiera Aquiles alguno que se pudiera encolerizar. Y no era la Musa la que cantaba sino el hombre que decía esos versos, que nos harían emocionar con ellos y pensar, de paso, que las palabras solas eran el origen de esa emoción. Al no poder conformar ninguna experiencia pragmática, ese lenguaje nos enseñaba que oír, leer, interpretar se desplazaban ya a un dominio donde la naturaleza del "animal que habla" construía y afianzaba su posibilidad, su liberación y, en definitiva, su humanidad.


Humanidad (Emilio Lledó)
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Elogio de la infelicidad 
Emilio Lledó Íñigo (Sevilla, 5 de noviembre de 1927)

Editorial Austral, 2005


Elogio de la infelicidad, recopilación nueva y autónoma, esta atravesado por un motivo común, el que se desprende de su titulo. Eso si, aunque el autor haya refundido sus artículos hasta lograr una perspectiva inédita, estos ejercicios sobre lecturas están emparentados con buena parte de sus textos anteriores, ya que recorren temas característicos suyos, como el cuerpo o la memoria, la amistad y la indigencia, el lenguaje partido de los signos y la capacidad humana de examinarse a si mismo; o, en suma, la sociedad ideal del buen lenguaje y, su reverso, la mas reciente erosión de la convivencia y el desorden originados por la mentira y los predicadores del egoísmo.

martes, 13 de enero de 2015

Aplazar (Georg Christoph Lichtenberg)

Me envió un poema de consolación mal escrito y peor impreso, como si se pudieran secar lágrimas con papel secante.

Me he creado una pequeña Siberia para mis subditos rebeldes.

Para muchas personas, hacer versos es una enfermedad de formación del espíritu humano.

Mi hipocondría es, en el fondo, una habilidad para extraer de cada suceso de la vida, llámese como se llame, la mayor cantidad posible de veneno para uso propio.

El procastinator: el aplazador, un tema para una comedia, y algo que yo podría recrear. ¡Aplazar ha sido mi mayor fallo desde siempre!

¡Si en mi cabeza pudiera abrir canales para activar el comercio interior entre mis depósitos de ideas! Pero ahí yacen almacenadas, cientos de cientos, sin tener ningún contacto útil entre sí.

Soy extraordinariamente sensible a cualquier tipo de ruido, que, sin embargo, pierde su carácter desagradable en cuanto va unido a algún objetivo razonable.


Aplazar (Georg Christoph Lichtenberg)
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Aforismos
Georg Christoph Lichtenberg (
Ober-Ramstadt (Alemania), 1 de julio de 1742 - Gotinga (Alemania), 24 de febrero de 1799)
 

Georg Christoph  Lichtenberg anotaba con regularidad en unos cuadernos observaciones, ocurrencias, reflexiones, anécdotas, propósitos, chistes, es decir, un material que cabe bajo la definición que se suele emplear para el término «aforismo». De algunos de ellos proceden abundantes giros y locuciones coloquiales, originales suyas o que recibieron de él la aguda formulación con la que se usan.
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