Unos van por un sendero recto,
otros caminan en círculo,
añoran el regreso a la casa paterna
y esperan a la amiga de otros tiempos.
Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo,
llevo conmigo el infortunio,
voy hacia nunca, hacia ninguna parte,
como un tren sobre el abismo.

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Réquiem y otros poemas
Anna Ajmátova (Bolshói Fontán, 23 de junio de 1889 - Domodédovo, 5 de marzo de 1966)
Ediciones Hiperión, 2005
La voz de Ajmátova, los perfiles de un ser imposible de clasificar y
reducir. Frágil y enferma a menudo: con frecuentes episodios de
tuberculosis –de la que murieron dos de sus hermanas– y problemas de
tiroides, más los infartos y alteraciones cardiovasculares en sus
últimos lustros; sin un domicilio fijo gran parte de su vida, viviendo
en casa de amigos y pasando de una casa a otra, alternando las estancias
en Moscú con Leningrado y, en sus últimos años, en una pequeña dacha,
una cabaña que le concedieron en Komarovo, un pueblo para escritores y
artistas. Y era a la vez, la mayor autoridad moral de su tiempo, como lo
prueba ese poema, Réquiem, que las gentes se aprendían de memoria para conservarlo en sus corazones, cuando no se podía conservar y reproducir en papel.
Olvido García Valdés
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