martes, 11 de octubre de 2022

Centro (Stephen Spender)

Oscuridad y luz
 
Escapar del caos de mi oscuridad
hacia un lúcido día es mi voluntad.
Mis palabras como ojos en la noche, buscan con su escudriñar
para su luz un centro: y mis actos arrojados
a lugares lejanos por la violencia impaciente
aun así se traban para conformar un sendero de piedra
desde mi oscuridad hacia un lúcido día.
 
Aun así, igualmente, evitar ese lúcido día
y mi oscuridad preservar, es mi voluntad entera.
Mis palabras, como ojos entornados ante la luz, rechazan
y se cierran sobre la oscuridad; mis actos
arrojados hacia sus opuestos por la impaciente violencia
quiebran el sendero sucesivo; vuelan
en círculo para evitar el centro.

Escapar de mi oscuridad hacia el centro
ilumina mi propia debilidad, cuando fracaso;
el arco de hierro del proyecto de evitación
vuelve a curvarse sobre mi debilidad al cabo;
tanto si la tenue luz chispea ante mi cara
como si en la oscuridad mi vista de mi vista se esconde,
centro y circunferencia son ambos mi debilidad.

¡Ay, extraña debilidad de mi voluntad y desmayo!
¡Terrible oleada blanca con la palabra furiosa!
¡Terrible vuelo a través de la arremolinada oscuridad!
¡Temida luz que acecha mi perfil!
¡Temida noche que me ahoga en miedos!
Mi voluntad tras mi debilidad perfila
mis territorios de miedo con un gran sol.

Medro hacia la aceptación de ese sol
que escinde el día de la noche. La luz
escapa de la oscuridad, la oscuridad de la luz
hacia un negro o blanco de vacío total.
El mundo, mi cuerpo, une oscuridad y luz
reconcilia y separa.
en lúcido día el caos de mi oscuridad.

Centro (Stephen Spender)

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Ausencia presente y otros poemas
Stephen Spender (Kensington, 28 de febrero de 1909 - Londres, 16 de julio de 1995)
 
Editorial Lumen, 2007

En su precoz autobiografía World Within World (Un mundo dentro del mundo), publicado por Stephen Spender cuando apenas tenía cuarenta y dos años, el poeta afirma: "Llegué a ver que la dirección lo es todo. Puesto que vivimos en el tiempo nunca estamos completos. La perfección implica alcanzar un objetivo y quedarse allí, pero, en realidad, nunca llegamos a ninguna parte y no paramos hasta que estamos muertos, Nada más resolver un problema, surgen otros nuevos de la misma situación que se deriva de haberlo resuelto. El mayor engaño del ser humano es que hay una meta tangible y no solo una mera dirección hacia un objetivo". Aplicadas a su trayectoria poética, estas palabras describen con detalle su incesante búsqueda de un centro absoluto, una esencia inalcanzable, exploración esta que prolongaría a lo largo de toda su vida y que comenzó muy pronto, ya en la década de los veinte, cuando "la única actividad seria sería la poesía.
[Del prólogo de Eduardo Iriarte]

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