12 de junio
Brilla el sol sobre el río. Unas mujeres, junto a una casita blanca, lavan la ropa con brío. Han embarcado todos los refugiados por orden alfabético. Se anuncia una salida. Unos agentes, somnolientos, pasean a lo largo del espigón. Son la última visión del «allez, allez», la última estampa del militarismo francés. Vuela el pensamiento hacia los que quedan encerrados en la arena inhóspita de las playas de los Pirineos Orientales. El único representante que nos despide, en esta mañana cubierta por una neblina de fin de primavera, que el sol deshace con sus rayos dorados, es Fernando Gamboa. Los demás han regresado, por la noche, a Burdeos y no han regresado, todavía, en el momento de la partida.
Voces portuarias se escuchan entre las cuerdas y las máquinas. Se eleva el ancla, con estrépito, y la sirena del buque entona su preludio de despedida. Los rechazados se agrupan en el muelle con los nervios tensos y los ojos llenos de lágrimas.
Cuando el Ipanema se aleja del espigón, unos y otros lanzan tres gritos:
— ¡Viva México! ¡Viva Cárdenas! ¡Viva la República!
Nadie da un hurra a Francia.
Cuando el barco abandona el lecho del Gironda para adentrarse en el golfo de Vizcaya, pienso qué absurdas e inesperadas situaciones conducen al viaje —invitación al destierro— lanzándonos lejos de la tierra nativa. Bien decía Goethe que «nunca se va más lejos que cuando no se sabe a dónde se va».
Voces portuarias se escuchan entre las cuerdas y las máquinas. Se eleva el ancla, con estrépito, y la sirena del buque entona su preludio de despedida. Los rechazados se agrupan en el muelle con los nervios tensos y los ojos llenos de lágrimas.
Cuando el Ipanema se aleja del espigón, unos y otros lanzan tres gritos:
— ¡Viva México! ¡Viva Cárdenas! ¡Viva la República!
Nadie da un hurra a Francia.
Cuando el barco abandona el lecho del Gironda para adentrarse en el golfo de Vizcaya, pienso qué absurdas e inesperadas situaciones conducen al viaje —invitación al destierro— lanzándonos lejos de la tierra nativa. Bien decía Goethe que «nunca se va más lejos que cuando no se sabe a dónde se va».
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Éxodo
Silvia Mistral (La Habana, 1 de diciembre de 1914 - Ciudad de México, 26 de julio de 2004)
Icaria Editorial, 2009
Nada más llegar a México, Silvia Mistral (adoptó ese seudónimo en homenaje al poeta francés Frédéric Mistral) se establece en Ciudad de México junto a su compañero, el dirigente ácrata Ricardo Mestre, un alma inquieta que no pierde el tiempo y funda enseguida una editorial, Minerva. Mestre había sido durante la guerra director del diario Catalunya, comisario cultural y miembro del comité de Defensa de la CNT. El primer libro que publicará Ediciones Minerva será Éxodo, con prólogo de León Felipe, una prestigiosa voz (acababa de publicar «Español del éxodo y del llanto») que le otorgó un sello de calidad a la obra de Mistral. Previamente, el diario de Mistral se había publicado por entregas en el semanario mexicano Hoy. La escritora reelaboró luego el texto —en el que se combina el dietario y la crónica urgente de un desarraigo colectivo— para introducir referencias literarias y políticas. La portada es obra de otro transterrado de la primera hora, el artista sevillano Francisco Carmona. Pese a su calidad literaria y su valor testimonial, Éxodo pasará sin pena ni gloria por el mundo editorial mexicano. Apenas se vendieron unos pocos libros de los 3.000 ejemplares editados. La precaria edición realizada por Mestre jugó en su contra. Pero sin duda la doble condición de mujer y exiliada poco conocida también le pasó factura a Mistral. La autora achacaría también más tarde la escasa repercusión de la obra a motivos políticos, como recordaba en una carta enviada a la escritora Anna Caballé en 1996: “Fuera por la modestia de la edición hecha por mi esposo o por otros factores como el hecho de estar los suplementos culturales en manos de los comunistas y yo haber incluido en el relato los interrogatorios del representante mexicano en Burdeos, no tuvo (la obra) mucha difusión”. La reedición del libro tendría que esperar 70 años hasta que la editorial Icaria lo diera a conocer en España en 2009 bajo la edición crítica del catedrático José Colmeiro.
[César G. Calero. ctxt.es]
[César G. Calero. ctxt.es]
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