lunes, 20 de enero de 2014

Recuerdo (Antonio Machado)

El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
los frutos de oro... 


Es una tarde clara,
casi de primavera,
tibia tarde de marzo
que el hálito de abril cercano lleva;
y estoy solo, en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja:
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el pretil de piedra
de la fuente dormido, o, en el aire,
algún vagar de túnica ligera.


En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia,
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera. 

Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.


Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena,
y de la buena albahaca,
que tenía mi madre en sus macetas.


Que tú me viste hundir mis manos puras
en el agua serena,
para alcanzar los frutos encantados
que hoy en el fondo de la fuente sueñan...



Recuerdo (Antonio Machado)
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Soledades, galerías, otros poemas
Antonio Machado
(Sevilla, 26 de julio de 1875 – Colliure, 22 de febrero de 1939)

Ediciones Cátedra, 1992


Su primer libro de poemas, Soledades (1903), fue reeditado, con importantes novedades, en 1907, con el título de Soledades, galerías y otros poemas. Con él, Machado se convirtió, junto con Juan Ramón Jiménez, en el más destacado representante del Modernismo de corte intimista y de filiación romántica. En él indaga en su interior, evoca el pasado, hace aflorar sus melancolías, se refugia en el sueño, se embebe en el paisaje.

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